Llega septiembre. El verano queda atrás con sus días largos, las escapadas improvisadas y los ratos sin reloj.
Y de pronto volvemos a los horarios, al trabajo, a los deberes de los niños… y también, muchas veces, a sentirnos un poco más lejos de nuestra pareja.
¿Te suena esa sensación de que pasáis juntos el día, o quizás os veis al final del día, pero cuando os véis, realmente no os sentís cerquita?
En consulta solemos ver que este cambio de ritmo genera mucha frustración: parejas que en vacaciones se sentían más conectadas, y que de repente vuelven a una rutina que las separa.
No es raro, porque la rutina puede ser cómoda y a la vez desgastante. Pero también puede convertirse en una oportunidad. Igual que nos planteamos nuevos retos personales en esta época, ¿por qué no estrenar también una forma distinta de cuidar la relación?
Lo que nos enseña la investigación
El psicólogo John Gottman, famoso por su “laboratorio del amor”, demostró que lo que hace que una pareja funcione no son los grandes viajes ni los regalos inesperados. Lo que de verdad marca la diferencia son los pequeños momentos de conexión diaria.
Él los llama intentos de conexión. Pueden ser tan simples como un comentario, una mirada, una sonrisa al cruzarse en el pasillo. Lo importante es cómo respondemos a esos gestos.
En consulta suelo poner este ejemplo: tu pareja suspira y dice “qué día tan pesado he tenido”. Puedes contestar con un “ya…yo también” sin levantar la vista del móvil, o puedes parar un momento y decir “cuéntame, ¿qué ha pasado?”. Parece poca cosa, pero no lo es: las investigaciones muestran que las parejas que se mantienen unidas responden positivamente a estos intentos casi nueve de cada diez veces. Cuando se ignoran demasiado, la distancia se instala poco a poco.
Convertir septiembre en un nuevo comienzo
La vuelta a la normalidad puede ser un buen momento para parar y decidir cómo queremos cuidarnos. No hacen falta planes grandiosos: basta con ser intencionales.
- Reservar una comida o cena sin pantallas.
- Hacer una mini escapada de un día.
- Atreverse con una actividad nueva juntos.
Y, sobre todo, responder con presencia a los gestos cotidianos de la pareja.
Una idea sencilla: el ritual de los lunes
Para que todo esto no se quede en buenas intenciones, en consulta suelo recomendar un pequeño ritual semanal al iniciar la semana:
- Agradecer algo de la semana anterior.
- Compartir un deseo para los próximos días.
- Cerrarlo con un gesto: un abrazo largo, una canción escuchada juntos o incluso una mirada en silencio.
Son solo 20 minutos, pero crean la sensación de ser vistos y escuchados. Y, lo más importante, convierten la rutina en un terreno fértil para la conexión.
En conclusión
La rutina no tiene por qué ser el lugar donde el amor se desgasta. Puede ser justo lo contrario: el escenario donde la pareja crece y se fortalece. Todo empieza por atender esos pequeños gestos, responder con presencia y regalarse rituales compartidos.
Y si sientes que, a pesar de intentarlo, tú y tu pareja os habéis quedado atrapados en la rutina, la terapia de pareja puede ser una herramienta valiosa para reencontraros y construir juntos nuevas formas de conexión
¡A por septiembre!
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