Ozempic: ¿por qué no es la solución?

En los últimos meses, el nombre Ozempic ha ganado protagonismo en redes sociales, medios y conversaciones cotidianas. Presentado como una «solución rápida» para perder peso, este medicamento ha generado tanto expectativas como controversias. Pero en Clínica Adarma queremos hacer una pausa y mirar más allá del titular: ¿realmente es la solución que muchas personas buscan para mejorar su salud? ¿O estamos dejando de lado lo más importante?

Ozempic: ¿milagro para bajar de peso o un parche temporal?

Primero, vamos a ver para qué sirve realmente este fármaco: 

El Ozempic (semaglutida) es un medicamento diseñado para tratar la diabetes tipo 2. Funciona imitando una hormona natural (GLP-1) que ayuda a regular el azúcar en sangre al aumentar la producción de insulina y reducir el glucagón. Además, retrasa el vaciamiento gástrico y disminuye el apetito, lo que puede llevar a una pérdida de peso.

Por tanto, su uso principal es el control de la diabetes tipo 2. No es un medicamento aprobado para adelgazar.

¿Por qué favorece la pérdida de peso?

Este fármaco induce saciedad porque actúa en el cerebro estimulando los centros de saciedad, reduciendo el apetito tanto de manera directa (al cruzar la barrera hematoencefálica) como indirecta (a través de aferentes neuronales). Además, retrasa el vaciamiento gástrico, haciendo que los alimentos permanezcan más tiempo en el estómago y prolongando la sensación de saciedad, lo que reduce la ingesta calórica. También regula hormonas metabólicas, disminuyendo la liberación de glucagón y ayudando a controlar los niveles de azúcar en sangre y el metabolismo energético.

Pero… ¿Qué efectos secundarios tiene?

Esto es lo que muchas veces no te cuentan. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran los problemas digestivos: náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento. Además, puede aumentar el riesgo de efectos graves como pancreatitis aguda y problemas en la vesícula (colelitiasis). Es frecuente que muchas personas abandonen el tratamiento debido a estos efectos secundarios.

Por otro lado, aunque se produzca una pérdida de peso durante el tratamiento, es probable que se recupere el peso perdido una vez se abandona el medicamento.

El problema de las soluciones rápidas …

Este tipo de métodos, al igual que ocurre con las dietas, no son efectivos a largo plazo ni aportan conocimientos reales sobre alimentación. Una vez más, se promueve la delgadez por encima de todo, contribuyendo a dañar la salud mental y física.

Pero es importante entender que salud y delgadez no son sinónimos, que existen una multitud de formas corporales perfectamente saludables, y que conseguir la delgadez a toda costa, tampoco es sano. 

¿Qué podemos hacer en su lugar?

Es fundamental entender que la pérdida de peso no es igual a salud. Trabajar la aceptación corporal y comprender la presión estética a la que estamos sometidas es clave.
A nivel alimentario, evitar las dietas restrictivas y construir una relación sana con todos los alimentos, sin restricciones, es esencial para el bienestar.

La atención a la salud debe ser integral, tanto física como mental. Si confiamos en un profesional con un enfoque restrictivo o que no respeta la diversidad corporal, nuestra salud mental se verá afectada. Además, es importante recordar que el IMC no es un indicador real de salud y que la delgadez no equivale a bienestar.

Busca profesionales de la salud actualizados y comprometidos de verdad con la salud y con tu bienestar. En clínica Adarma, podemos ayudarte, ¿te apetece conocer cómo trabajamos? Escríbenos. 

Porque en Clínica Adarma no buscamos soluciones rápidas. Acompañamos procesos reales de transformación.